Nosotros creemos
Nosotros creemos conocer el valor de la vida, pero en realidad no, no lo conocemos. Somos unos pobres seres asustados que creen huir de la muerte como niños creen huir de la escuela, cuando la realidad es que solo vamos hacia ella, estamos en ella cada segundo de cada día.
Cuántas muertes ya hemos tenido, cuántos cuerpos muertos hemos dejado atrás para llegar hasta aquí, cuántas pieles, cuántos huesos porosos, cuánto tejido, cuánto órgano, y cuánto miedo adherido a todo eso, cuánto dolor y cuánta espera.
Hemos decidido discapacitar nuestros poderes con tal de ser unos pobres seres incapaces de regenerarse incluso por si mismos, somos anti-materia?, qué somos? cuántas veces hemos nacido y regenerado este carro de Hermes que vocifera ser la gran cúspide de la pirámide del universo.
Cuántos planetas he dejado atrás es lo único que me preguntó ahora, he dejado pedazos de mi carne en la trinchera, pedazos adheridos a espinas venenosas, pedazos en hojas de metales, pedazos en astillas de madera, pedazos en los filos de papel, en las garras de los leones, he dejado trozos de mis ojos en infinitas atmósferas, quemadas por la intensa luz de las constelaciones.
Yo creí entender lo que era la vida hasta que morí de pequeña, mientras llevaban a mi abuela entre la corteza de un árbol, morí en el piso de mi antiguo apartamento cuando me caí del piso de arriba y también morí una vez cayendo por las escaleras, morí en el balcón de una casa que tenía un viejo árbol detrás y morí en el piso viejo de una casa en la que mi alma gemela me dejó. Mi corazón se detuvo, no les mentiré, se detuvo mientras salía el agua a chorros por los estigmas de mis ojos. Y también morí aquel día que mi rodilla se partió en dos, pero la verdad es que no sabía que había muerto todas esas veces sino hasta que me ví a mi misma sobre el césped de aquella casa con un hermoso jardín que jamás fué mío, un jardín que me recordaba un jardín que conocí probablemente en otra vida en la que no estaba ella para hacerme sufrir.
Cáscaras y cáscaras de mi, que agonía, ya no quedan cáscaras por romper, solo queda vida y ahora la viviré en cada inhalación, en cada segundo que sople otra vida cada vez que exhalé de mi otra idea más de lo que creí que sería. Ya no tengo tiempo para perder, ni tengo vida, tengo más muerte entre las venas que aire en las arterias, tengo un boleto en la mano, solo eso me queda ...y es un boleto solo de ida.
IO Gabrïell∆
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