La niña azul que lloraba lágrimas rojas. Memorias de mi sustancia negra.

Yo jamás quise ser la niña que lo sabía todo, "saber" solo era algo que me ahorraba problemas mientras crecía, problemas más que nada con mamá, solía creer que siendo "buena" con el saber la haría feliz a ella ...ese fue mi más grande y peor error, nunca debí hacerle creer eso, porque yo misma acabé por creer mi propia mentira. 

Acabé desprestigiando a mi propio corazón, pensando que otros me amarían por saber y no por ser, domesticaba al animal interior, me arrullaba la rabia que venía con la fuerza, entre toneladas de conocimiento me fastidiaba pensando si esa rabia que me esmeraba en esconder entre letras, era necesaria en la vida para lograr las cosas que todos lograban mientras yo solo era una niña escuencle que se zambullía en los libros con la esperanza de hallar un mundo diferente, quizá no diferente para todos, solo diferente para mi.

Nunca anhelaba regresar a casa, porque "casa" significaba "vacío", significaba dolor, un dolor que no quería, un dolor que no deseaba, un dolor que representó que por los siguientes años no solo huyera de las peleas en casa, y de la enseñanza de un padre que había alcanzado al alcoholismo a raíz de una trastorno genético llamado Cirrosis, sino que huía de mi misma, del aburrimiento que significaba para mi el simple hecho de permanecer en una realidad que no era tan mágica como yo creí.

así que trataba de hallar esa magia en los libros, desdeñaba la vida misma buscando incansablemente las cosas más extrañas, como si fuese el mismísimo dueño de un circo, era usual desviarme del mismo camino hacia el colegio que tomaba todos los días, hablarle a los seres más extravagantes que conocía, me involucraba con personas mayores a mi edad, y todo eso solo para hallar alguna cosa que me sorprendiera. 

Al principio pareció posible, al principio hallé algunas perlas en el basto mar, al principio era celebración, era alcohol lo que hacía andar mi Hígado, mi motor, pero poco a poco las perlas de carbón comenzaron a ser más y más escazas, casi obsoletas, casi imposibles ...y así comenzó escasear también la necesidad de anestesias.

Comencé a comprender que no se trabaja del alcohol, ni de ninguna otra droga, había un hoyo negro dentro de mi, u vacío que no se llenaba con nada, ni se llenaría con nada, porque la forma de ese vacío solo se encontraba en un lugar de esta tierra, y yo no tenía la menor idea de como abarcar tanto espacio en tan poco tiempo, longitud de onda, convertirme en la piedra capaz de ralentizar el tiempo indefinidamente hasta encontrar esa forma, la forma.

Tenía una vecina cuyo padre incursionaba en una nueva atmosfera cuando yo era apenas una adolescente, la atmósfera en la cual el metal Radio era capaz de transmitir la voz a largas distancias, distancias insondables para mi mente, distancias que ferozmente mi cerebro fue devorando cada vez que mi amiga ponía aquel aparato extraño en mi mano, y me decía que hablara lo que quisiera, lo que se me ocurriera a ver quien nos respondía, invocaba un camino para el desplazamiento de este metal, este camino era una numeración llamada frecuencia, esa frecuencia era capaz de llevar mi voz hasta la luna y de vuelta en menos minutos de los que tardabas en pestañar, para mi aquello era indescriptible.

Pero luego la atmósfera grave del tiempo también borró esa dicha, algunas veces no comprendo eso de mi padre, me instaló un cromosoma que se aburre demasiado rápido de las cosas rutinarias de esta tierra, es como si siempre añorara un espacio, como si hiciera de todo un poco en método de buscar esa forma que aún no conozco, esa forma que empate, que calce, que complemente la paz que finalmente estoy hallando, la consciencia del "sábado", la conciencia de ser quien de verdad vine a hacer, y no sé por qué razón algo muy dentro de mi me dice que solo mi padre conocía y se la llevó consigo a su tumba, o la dejó escondida entre las letras de mi nombre...

Es gracioso que al buscar la etimología de mi nombre aparezca origen Gavri'El como "la fuerza de EL (Dios)", y así me siento ...como un hombre lleno de fuerza atrapado en el cuerpo lleno de miedo de una mujer que teme salir al mundo, cuando en realidad lo ha gobernado todo desde siempre.

-"De qué temes?". Le pregunto a esa mujer. Si has entrenado vidas enteras para esto, tienes el alma, ahora gana el espíritu y lucha hasta sobrepasarlo a el también. Esa es la batalla del Individuo Absoluto ...destilar su quintaesencia sobre todas las tierras que hay dentro de la Tierra.

No tienes otra elección ...mantente a salvo ...incluso de ti misma, incluso de tus propios deseos.

Los deseos no son más que debilidad, igual que la empatía. Solo el honor de servir al todo cuenta, enfócate en cumplir a quien le sirves con excelencia, sin dudas, sin temor, sin paralisis.




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