Querida sombra 666
Querida sombra.
No sé si algún día leerás esto, quizá ya lo has hecho, quizá ya sabes muy en el fondo como me siento, ya no quiero pelear más contigo. Estoy cansada …muy cansada.
Solo soy un ego queriendo siempre ser “algo” …poseer “algo”, parecer “algo”, estoy cansada, cansada, cansada de querer, de desear, de aparentar sentir algo que no puedo ni quiero sentir, no sentiré más miedo, no me lo permitiré, sentiré odio por las formas en las que antes nos toco ser, si, sentiré odio hacia esos comportamientos que nos hacen ser quienes no somos, pero no hacia ti, ni hacia mi luz tampoco.
Porque eso soy, eso me hicieron, me enseñaron a amar con todo, pero yo tenía que aprender a poner límites, a poner límites a ese amor, porque aquí en la tierra es una sustancia codiciada y no todos saben apreciar su valor real, como el agua, dejan salir a borbollones lo que creen que jamás se acabará, mientras otros dan a gotas lo que no les pertenece, porque del amor solo canales somos, pero lo fuí, fuí egoísta, a pesar de que me enseñaron a no serlo.
Fui todo lo que nunca quise ser con quién menos quise serlo, fui cruel con quién más amé, solo porque quise ser perfecta, porque quise con todas mis fuerzas que nos amáramos bien, acabé olvidando que solo se trataba de amar siendo.
Y heme aquí en el recinto de la entrada a casa viendo pasar a los jóvenes vecinos enamorados tomados de la mano, riendo y besándose, cuando ayer estaban gritándose y pateando puertas, sonrío cuando los veo como si nada hubiese pasado y le pregunto porque no puedo olvidar así, que somos tan imperfectos y sin embargo puros, tan malévolos y sin embargo compasivos y bondadosos.
Tan frágiles e inestables, porque nuestro sistema nervioso a penas se despierta y no comprendemos como hoy puede romper a puñetazos a alguien y mañana estar acariciando como la seda su rostro. No comprendemos aún cómo es que funciona la santa dualidad, las emociones en su entero complejidad, en las millones de variaciones de su espectro completo.
Cómo podríamos, si ellas dependen del aire, del sol, del movimiento de la tierra, de la luna, de cada estrella que habita el cielo, de las flores …de los vecinos que discutieron anoche, dependemos de la vida y de la muerte, del va y el viene, de la luz y fe la ausencia de la misma. No podemos jactarnos de ser estables cuando la naturaleza es divinamente cambiante.
Estamos hechos de un amor/odio, de plasticina que nos moldea con los astros dioses, cada día una energía, cada día una emoción distinta, hoy es domingo, y yo ahora mismo te amo, cuando en la mañana te odié.
Mi amiga Raquel de cayó de un segundo piso hoy, ayer sentí algo extraño en mi pecho, como un presentimiento, le pregunté cómo estaba, me respondió que muy bien, componía una canción de amor con la guitarra, unas notas que en lección aprendida terminaban, como yo lo había escrito el día anterior …”da por terminada la lección de Karma” y mi corazón simplemente se rindió:
Mi corazón ingenuo la amó con todas sus fuerzas, y por eso sigue sentándose en el sofá de enfrente, pensando en qué puede hacer mañana, qué puede hacer mejor que hoy.
Por eso seguiré intentando encontrar algo en lo que pueda ser tan buena que me paguen por hacerlo y entonces pueda ayudar a alguien, como no pude ayudarte, pero debes comprender que mi nervios colapsaban, que mi sensibilidad colapsaba cada vez que debía atravesar una ciudad en la que nadie se sonríe o saluda, una ciudad tan fría, cuando ya era suficiente con el frío que me envolvía a mi.
Cada recuerdo atravesando sola la ciudad, bajo la lluvia cansada que no dejaba de llorar, bajo el sol que nos broncea la piel con codicia y vanidad, me hacía doler el alma que era suya, porque mi espíritu azul siempre había sido libre a pesar de que en cada temporada de soledad vez lloraba, lloraba porque sabía que tenía que irse a seguir buscando lo que no encontraba.
Yo creía que la extrañaba, pero en realidad no la extrañaba a ella, me extrañaba a mi, extrañaba ser la persona contenta, la persona que se reía y disfrutaba todo, todo lo que el mundo me permitía sentir mientras estuviera aquí. Yo creía ser mejor que el cielo, porque las nubes no me cubrían a mi, pero la realidad es que era una tormenta que solo necesitaba salir y cuando la dejé salir, sentí culpa por fallarle …por fallar a mi familia, por fallarme a mi.
Nunca quise odiar o caer en la misma agresión que recibí, pero me cansé, me cansé de ser el saco que solo recibía golpes, me cansé de tener tanta rabia encerrada adentro, porque creí que así es como debía ser, y me cansé de sostener una máscara que solo está en la mente de cada quien. Nada de lo que hiciera podía detener la lava, que gota a gota salía a la superficie y quemaba las pocas ganas que quedaban de “ti y de mi”.
Tenía rabia porque deposite en ese amor que me despertaba, toda mi fe y mi esperanza, en vez de ponerlas en mi, y más rabia aún cuando aquella invencion idólatrada de ella, me rompía con sus propios nudos los huesos en los que yacían los sueños que ví, las ganas fugaces que atrapamos juntas en la cama y las estrellas.
Hoy sé que nuestro orgullo nos ha derrotado, y quizá el paracaídas que nos sostenía en la caída, también se equivocó, no somos almas que se aman, sino estrellas que se juntan según la estación.
Quizá solo somos estrellas polares que en una hermosa e incomprensible anomalía, como volcanes, golpearon a la Tierra con sus propios males …para simplemente dejarnos ir.
Gabriella López
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