Visión 19.12.24. La Torre de la conciencia

Visión 19.12.24. La Torre de la conciencia 

-"En el subconciente nada es lo que parece, pero hay muchas cosas que hemos creado con el pensamiento, es imperante que esto sea comprendido". Me dijo una voz mientras estaba yo entre mundos, quizá un poco más despierta que dormida. 

Abrí los ojos y los sentimientos bajo la luna eran todos iguales, recordé que somos cíclicos, estacionales, fijos, y movibles. 

En el subconsciente hay muchas puertas y yo me encontraba frente a una, abrí y al parecer era el apartamento, pero Vivian no estaba, me había dejado una nota que decía que le tocaba estar en San José unos días.

Yo avancé hasta la mesa del centro de la sala, y cuando encendí la luz, un extraño mecanismo hizo que unas cuantas cartas de tarot cayeran desde la lámpara sobre la mesa, todas las cartas cayeron boca arriba, excepto 2, así que me acerque aún más a la mesa para poder voltearlas, era un tarot muy extraño, jamás lo había visto, tenía imágenes que tampoco en mi vida ví, pero de inmediato supe que una de ellas se trataba de la carta de la Torre. 

Y sentí escalofríos, porque hacía poco le dije a mi compañero Day que no fuera más a clases de Mercadeo, porque esa Institución se caería y todos verían lo que había detrás.

Así que corrí al aula de Mercadeo, y ahí estaba Day en medio de una piscina, con otros 2 compañeros, pero él se estaba ahogando y nadie lo veía, así que salté al agua y le gritaba: 

"Nada, Day, Nada, mueve los brazos, pelea!!"

Pero él se hundía cada vez más, así que me sumergí y cuando intentaba sacarlo a flote, pude ver en el fondo que un enorme perro salía de una gran grieta que yacía en el fondo de lo que había dejado de ser la piscina, para convertirse en el enorme océano.

El perro intentaba llegar a la superficie con desesperación, pero en vez de salir, vino en mi ayuda y la de Day, y al clavarme sus colmillos en el brazo derecho para sacarme del agua, perdí la conciencia y caí en otro nivel más profundo. 

Era la inconsciencia.

Yo sabía que estaba ahí finalmente, y me alegré, no sé por qué me alegré, pero podía volver a sentirme, a sentir mi piel, el deseo, el sabor, la avaricia, el placer de no ser nadie y no tener por ende que hacer nada para demostrar mi valía, solo existía como una pequeña corriente eléctrica que se movía en la sinapsis entre las personas y las cosas, y entonces cuando atravesaba a una de ellas me sentían, se les erizaba la piel, se reían o sentían mucho deseo, y miraba a una mujer que se tocaba en mi nombre, pero yo no escuché mi nombre, sino el que era antes de mi.

El nombre que yo ya había olvidado hace Eras atrás, ese nombre estaba escondido aquí abajo en las escaleras de caracol que hay en el espacio olvidado de las profundas y antiguas formas geométricas de los minerales.

Y ésta es la tuya.

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