Visión 14.2.25. Sajara: la cepa crepuscular.
Visión 14.2.25. Sajara: la cepa crepuscular.
El subconsciente me muestra un lugar que nunca antes vi, era un desierto, pero estaba atravesado por un río, no sé cuál es el río, ni sé cuál es este desierto.
Siento mucha sed, y me acerco al río, pero el río está congelado, es solo un espejo de hielo en el que miro mi rostro también congelado, es un rostro, pero tampoco es el mío, aunque en el fondo sé que lo es. No tengo remedio más que golpear el agua con una clase de roca que encuentro en la orilla, golpeo el agua una y otra vez para romperla, romper las leyes de la física, en la cara de quien dijo que el agua no se rompe, y que el solo el fuego quema, pero no consigo más que herirla.
Me canso de la fuerza y caigo con mis manos sobre la superficie, en rendimiento ante ella, es tan poderosa que ni siquiera el calor de mis manos logra derretir ni siquiera lo suficiente el espejo para beber un sorbo, las palmas de mis manos ahora quemadas, cubren mi rostro de la vergüenza, sé que he llegado, pero es inútil de alguna manera, porque no puedo penetrarla, su barrera absorbe mi reflejo como si en vez de agua, aquella superficie fuese más bien plomo negro.
Me detengo y entonces la desesperación hace caer las lágrimas saladas sobre mi rostro, estoy cansada y se que no habrá agua en kilómetros a la redonda, quiero correr, pero me detengo de nuevo, siento el caudal ahora en mi barbilla, bajando hasta encontrar el suelo, y recuerdo, si no puedo romper el agua aún por su dureza, entonces bajaré por la tierra hasta encontrar un punto suave en la congelación.
Y entonces comienzo a cavar con la misma roca que antes golpeé al hielo, los latidos de mi corazón se aceleran, creyendo de alguna manera, que su aceleración me llevará a ella, al agua que en lo profundo del hielo yace liquida ....blanda, y mientras cavo y cavo, caigo en una especie de locura temporal. Un salvaje grito animal atraviesa mis 7 cuerdas y sale al aire rompiendo la barreras del sonido, de inmediato escuché un trueno, seguido de una bandada de nubes grises que cubrió el cielo por completo ...comenzó a llover.
No había notado mi nivel de desespero sino hasta que la primera gota colapsó justo sobre mi cabeza. Abrí la boca intentando que la mayor cantidad de ellas entrara a aplacar aquel instinto animal que había despertado sin siquiera darme cuenta, y mientras aspiraba toda el agua que podía del elemento del aire, cai como mis lágrimas al suelo des ...plomada.
Recuerdo entonces, la visión de ayer, las mujeres gitanas de nuevo ...no lo podía creer. Volver así a una visión anterior, jamás lo había hecho!!!
-Cómo es que están aquí. Pregunté
-Cómo es que estás tú aquí otra vez. Contestó ella, la única que podía hablar algo que yo pudiera aún traducir. Creímos que el escorpio te mataría.
-Sé de su idioma, Romani y del Caló, lo leí toda la tarde para comprender, sé también lo que pasó en 1749, el siniestro acto de separación entre hombres y mujeres para que no pudiesen multiplicarse. Siento dolor por todo eso. Le dije, hablando quizá con un exceso de emoción.
-"Alangarí" para ellos, no saben lo que hacen, dijo la mujer. No puedo creer que volviste aquí, intentabas ir a abajiné. Y todas empezaron a reír.
-Soy muy terca, le respondí, sonriendo. Y saqué la lengua, a la mujer le dio más risa aún aquel gesto. Me parecía aquel lenguaje como cuando mi hermana y yo de pequeñas jugábamos a hablar otro idioma cambiando todas las vocales de las palabras por una sola. "Hiblimis in "i" piri qui mimi ni nis intiindi", decía mi hermana. Sonreí de nuevo. Me sentía como una niña que acaba de recibir el mejor obsequio de navidad de su vida, estando ahí con aquellas mujeres. Quería llorar de la emoción, pero la alegría no me lo permitía.
-Solo quería encontrar el agua debajo del hielo. Adónde estamos, a todo esto. Les pregunté.
-Es "Sajara". Dijeron todas, mirándose entre si, parecían aún no creer que yo hubiese despertado. mucho menos un día después. Me miraban como si miras en un muerto que se levantaba de la tumba.
-Supe de inmediato que Sajara era Sáhara, evidentemente. Siempre lo supe, siempre en el fondo supe que mi viento venía de ahí.
Muchas cosas que sentí toda mi vida, tenían sentido en desde ayer que el veneno del escorpión había entrado en mi sistema, y aunque ya me habían picado antes, no había caído un nivel tan profundo. Quizá era la clase de escorpión, quizá la diferencia es que esta vez ...me rendí.
La mujer me dijo que ellos eran una cepa crepuscular, y lo único que se me vino a la mente en ese instante, fueron los leones, y entonces también comprendí, por qué me dolían tanto las mañanas, por qué ese rechazo intenso a la "sobrevivencia". Yo solo quería un día poder ser, dormir sin tener que pensar si amanecería todo diferente al siguiente día, por qué anhelaba tanto la paz.
-"Nostradamus ajigriné". Expresó la mujer. Y me sorprendía que todas aquellas palabras fueran tan simples para mí, en lo profundo. Conocía el significado, sabía que en algún momento había hablado aquella lengua como hablo español ahora. Sabía finalmente que "nostradamus" somos nosotros, somos todos, y que todas aquellas profecías eran nuestras, pertenecían a humanidad.
Comencé a recordar al profeta que se había acercado a mi después de mi "accidental" caída en el 2002 en la iglesia cristiana, diciéndome:
-Tu pisarás muchos lugares de la Tierra y hablarás muchas lenguas, para llevar salvación. Me había dicho, tocando el empeine de mis pies. Deja esas muletas aquí, ya no las necesitarás más. Y así lo hice, salí de ahí sin las muletas, y tampoco regresé nunca más a ninguna iglesia.
Ahora creo que realmente la palabra "pisarás" tenía una raiz presente, porque yo ya pisaba muchos lugares, siempre lo había hecho, desde mis 5 años, cuando miré en recurrencia a aquellos hombrecillos con rostros de mantis, sobre mi, examinandome y está memoria impenetrable que al regresar no me dejaba olvidar ni un solo detalle de los lugares, los nombres, las personas que miraba, que visitaba, que ayudaba de una o otra manera.
Sabía que "ajigriné" era azabache, y sabía cuál era la palabra para los muertos, porque la había usado en el recuerdo de la muerte de mi padre, sin siquiera comprender para entonces de adónde venía.
Me levanté del suelo y me sacudí, de alguna manera recordarlo todo me daba una fuerza que no había sentido en años. Imaginé que mi padre estaba en algún sitio esperando poder volver a verme, su energía estaba dentro de mi y me dirigiría de ahora en adelante.
Las mujeres abrieron la carpa, y un escenario increíble apareció ante mi, el desierto era un mar beige, que brillaba en millones de micro cristales de arena y sal, que se mezclaban con el celeste intenso del cielo. Jamás creí sentir esa dicha por ver un desierto. Lo sentí como si hubiese llegado a casa, las lágrimas habían regresado. La tibieza del aire, el olor a palma de Dátiles, las telas evaporando el sereno de la noche anterior, cuánta dulzura emanando de las mujeres en aquel pequeño oasis. El amor.
Era también evidente de adónde provenia nuestra forma de comprender la sexualidad, después de tantos soles separadas de los hombres aquellas mujeres habían desarrollado una nueva clase de sobrevivencia, una sin envidias ni disputas por los hombres, aquello que alguna vez se sintió tan doloroso como una"separación" , realmente les había dado una nueva forma de verse entre sí, una forma llena de compasión, de respeto, de admiración por haber llegado hasta ahí y haberse podido librar de la orden de muerte emitida por los Obispos.
Quizá no serían capaz de procrearse entre si, pero les permitió crear una nueva memoria de amor en la piel, una suave, una que curaba, una que cuidaba y que acompañaba, una que no tenía envidia, ni más odio ...una que perdonaba.
Mientras miraba el desierto, podía ver ante mis ojos todas las historias que habían nacido en aquel inhóspito lugar, aparentemente carente de vida, y sonreí (ya se hacía natural en mi rostro aquel gesto), sonreí porque ya no me importaba entender mi sexualidad, ni mi fuerte espíritu de fuego, ya no importaban las explicaciones, porque estaba en justo en el lugar donde habían nacido todas los efectos de mis causas.
Estaba en mi epicentro ...estaba en el origen.
Y entonces pude ver qué a lo lejos una tormenta se acercaba, y la mujer también se acercó a mi, me dijo con un acento triste que ellas sabían muy bien que ese día llegaría, en el que el agua dulce regresaría para volver a hacerlas fértiles como los dátiles, como tu sangre curo el veneno del escorpio.
De pronto un fuerte trueno retumbó el cielo.
-Argandi viene ya. Tu debes irte. Tienes nombre, te llamaré "Ylo Lalá". Volverás?
-"Presalle, suetí". Salió de mi boca sin pensar.
-"Vai". Gritó ella para despertarme.
Y me despertó en mi cama el flujo de la sangre.
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