Visión 25.2.25. Nunca estamos solos

Visión 25.2.25. Nunca estamos solos


Nunca estamos solos, me decía la subconciencia, basta una pincelada de algunos momentos, mi niña, para que puedas notarlo. Y me lanzó. Comencé a caer en un agujero de imágenes que pasaban a la velocidad de la luz hasta detenerme en una escena:

Caminaba con "Ella" (así la llamaré) por una larga calle de piedra, yo sujetaba una bicicleta de esas estilo "banana" color azul, pero no la montaba, íbamos conversando y solo repetía acerca de lo sola que se sentía, por lo que yo le preguntaba una y otra vez:

-Pero ...te sientes bien viviendo con tú amigo, te sientes bien con tu nueva pareja, te sientes bien con tu oficio?.

A lo que ella respondía: 

-Si, si, pero sigo sin comprender por qué siento que nada me llena, es como si siempre me hiciera falta algo, como un gran vacío en la boca del estómago, por eso no tengo paz en ninguna cosa que hago, ni con ninguna persona que estoy.

Entonces una pequeña lombriz se cruzó por el camino empolvado y me hizo pensar; "quizá ella siempre ha tenido una gran Solitaria en el intestino, y por eso no la llena nada, y que por eso acaba siempre "comiéndose" a cuánta mujer ve, incluso a sus propias "amigas", porque no hau mujer que la llene". 

Y solo un hombre en su vida había comprendido tal verdad, un hombre que tenía otra solitaria ...pero en sus pulmones.  

Comprendí que quizá mi propia solitaria estaba en mi cabeza, y jamás se cansa de comer conocimiento, y le encanta viajar por el espacio.

La escena cambio de inmediato. Me ubica en el suelo de la acera en la que siempre me sentaba con mi padre, pero quien está ahí conmigo es mi vecino del enfrente, con quién tampoco tengo contacto. Estamos hablando de las sincronicidades de la dimensión del tiempo, me dice que todo va y viene, pero que a pesar de no tener nada material que ofrecerme, me quiere mucho.

Yo solo puedo ver su cuerpo, su nivel de gordura y abandono, y comprendo que lo material importa, que lo material es el vehículo de la experimentación y que lo "espiritual" es incapaz de sostenerse por si solo en un plano que es físico. 

Comprendo ahora que si no me hubiese cuidado como lo he hecho, que si no hubiese dejado atrás "las adicciones" de este "vehículo" llamado cuerpo, entonces él me hubiese impedido la experiencia de la verdadera vida, pero al mismo tiempo comprendo que la vida no es solo una experiencia de sobrevivencia, sino de meditación, pero hablo de la meditación como LA ETERNA CONTEMPLACIÓN, la que nace implícita en el niño humano, y que es tomada como "maldad", pero sin serlo realmente. 

-Curiosidad. Pensé. Siempre ha sido la curiosidad del cuerpo físico hacia su único y verdadero propósito de experimentación lo que nos ha hecho "errar", "herrarnos" de la vida misma. A eso le llamamos "voluntad".

De pronto la escena cambia por tercera vez. Me veo frente al hospital, dentro del auto de quien fue mi "novio policía", de quien jamás sentí salir verdad. Siempre supe que no estaba recibiendo absolutamente nada de él más que golpes físicos y psicológicos, incluso podía sentirlo aún estando dentro de esta proyección.

-"En mi interior siempre he sabido que no eres una "buena" persona, siempre he sabido que tus intenciones nunca han sido más que para tu propio placer. Fuiste manipulador desde el comienzo, y ahora lo puedo ver con claridad ...fingiste no poder encender tu cigarrillo a causa del yeso que llevabas puesto, sabiendo que yo me acercaría a "ayudarte", porque "Gaby" siempre cargaba ese estúpido arquetipo de salvadora, como un gran rótulo de neón en la frente". Le dije, con más tranquilidad que enfado en mi voz. 

El aseguró que todo era parte de mi "gran imaginación" y bajó del auto tirando la puerta como siempre lo hacía. 

Pero no me quedé en el auto, está vez escuché mi intuición y lo seguí de lejos. Efectivamente pude encontrarlo en uno de los corredores haciendo planes con otros dos hombres sobre el asalto que estaban a punto de llevar a cabo en una de las salas del hospital para robar una de las tecnologías más avanzadas que tenían para tratar algunas enfermedades. 

Decidí dirigirme antes que ellos a la sala donde se encontraba la máquina, y al asomarme por una de las ventanillas, pude ver a dos antiguas compañeras del colegio que en algún momento -recordé- habían dudado de su propia intuición y habían elegido seguir sus vidas como todas las demás compañeras a las que solo les importaba la vanidad de "tener un novio" aunque tal decisión las dejara inmóviles ante el miedo.

Mientras entraba sigilosamente al salón donde estaban para ayudarles a escapar, supe que jamás volvería a dudar de mi intuición y mucho menos a enmascarar mis sentimientos con la vanidad. Pero justo en el momento de aquella hermosa y poderosa epifanía, mientras atravesaba la puerta de salida tras las chicas, los dos hombres me atraparon por los pies haciéndome caer al suelo para recibir un fuerte golpe en la cabeza que me hizo despertar en otra escena. 

Está vez me encontraba en un restaurante, era un ambiente "abierto" y constaba de varios salones de diferentes conceptos de comida, divididos por plantas y jardines. Yo me encontraba sentada en la mesa de la esquina, cerca del portón de salida (algo instintivo que siempre hago como medida de precaución), pero quería ir al baño, así que le pregunté a una de las meseras la ubicación del mismo y comencé a dirigirme hacia allí, cuando de la nada una "mujer" en apariencia, tropezó conmigo, asumí que era muy famosa por el séquito de personas que le seguían, preguntándole por un ingrediente y otro para su siguiente presentación. De inmediato varias escenas de platos muy fantasiosos y ostentosos pasaron por mi mente e intuí que ella era una de las "mejores" chef de sushi y comida marina del restaurante en el que me encontraba. 

La miré de arriba a abajo y solo por un instante el viento o más bien "el destino", expuso sus piernas ante mis espectadores ojos para permitirme ser testigo de lo más asombroso e irónico de esta nueva escena: sus piernas eran más bien las extremidades de una criatura marina, eran del color y la textura de las algas, y tenía una clase de aletas en la parte posterior de las pantorrillas. El impacto de tal imagen me hizo comprender la siguiente verdad: 

"A veces aquel que crece más y a más velocidad dentro de una red, es porque ha alcanzado un instinto de sobrevivencia tan denso, que llega a ser capaz hasta de devorar a los de su propia especie con tal de sobresalir" 

Agradecí el hecho de haber dejado atrás la intensidad de tal comportamiento. 

En aquel momento el "aire" de mal genio y exigencia de la "criatura marina" al percibir mi mirada de asombro, bajó automáticamente de tono. Acomodó el borde de su largo vestido de nuevo a su sitio, y con dulzura se dirigió nuevamente a sus "seguidores" pidiendo disculpas, alegando haber pasado mucho tiempo -quizá de más- hablando con los "dioses", y que éstos, le habían llenado su corazón de más oro del que ella podía manejar sin desarrollar delirio de grandeza. 

También agradecí por haber soltado yo misma tan pesada carga. 

La escena cambió por quinta vez, y me colocaba ahora en el baño hacia el cual me dirigía antes de "tropiezo" inesperado, solo que realmente me encontraba "bajo" el baño, viendo cómo por los canales de las tuberías bajaba una sustancia amarilla la cual pensé, era orina, pero noté que era más espesa de lo normal, más bien parecía miel deslizándose por las rejillas que le colocamos a los baños para no ver nuestras propias deposiciones, porque nos da "asco" o "miedo" verlas. 

Y cuando me percaté de que era mi propia orina lo que veía como miel, comprendí que después de tanta limpieza en mi alimentación, las había convertido verdaderamente en algo valioso, y que eso era más contribución al mundo que cualquier otra cosa. 

-Cuánto terror nos da ver nuestra propia oscuridad, cuando en realidad somos nosotros mismos sus "creadores", nosotros somos los responsables de que aquello que sacamos sea una "maldición" o una "bendición". Me dije a mi misma.

Noté entonces, que al fondo de esa alcantarilla en la que me encontraba, la escena del baño se repetía infinitamente en todas direcciones, como un fractal, y que todo lo que "depurábamos" llegaba al mismo lugar y que en "ese" lugar, siempre había "algo", o "alguien" mirando todo aquello. 

Por sexta vez la imagen cambió, y en esta ocasión la escena se trataba de la hija de mi amiga (la dueña del restaurante) recostada sobre una banca de madera en posición de parto. Y sentí gran compasión por ella, porque es tan joven para estar embarazada, pero al mismo tiempo deduje que así había sucedido con su propia madre, y que a esta niña no le quedaba más que repetir lo que había sido grabado en sus células, por más que quisiera desviarse de esa historia, sin el conocimiento necesario, era imposible. 

-...porque asi opera el gran péndulo Lunar. Volví a decirme a mi misma. 

La escena vuelve a cambiar, y por séptima vez, el gran subconciente me coloca en una calle de piedra de nuevo, me estoy alejando de aquel restaurante, lo alcanzó a ver a lo lejos, y puedo percibir que me encuentro caminando sobre la calle en la que solía vivir mi primer y única "mejor amiga". 

Intenté pasar silenciosamente sin ser percibida, pero fué todo un fracaso, su puerta se encontraba abierta y ella, impulsada hacia el exterior como si hubiese sentido mi presencia, me miró asustada, y yo devolví su mirada con aceptación, entonces se lanzó sobre mi y me abrazó con fuerza. Tampoco dijimos nada sobre los años que llevaba sin hablarme, aunque eso fuese algo sin importancia para ese momento. 

Me invitó a pasar y me mostró a su nueva bebé, era una niña hermosa, rubia y de ojos tan azules como el cielo, yo la observe con detenimiento, me pareció conocida a un nivel tan profundo de familiaridad que se me grabó en los 3 niveles de consciencia como un tatuaje se graba en la piel de quien lo porta, pero ignoré el sentimiento hasta que de pronto, en cuestión de segundos, aquella niña se había convertido ante mis ojos en una adolescente que me devolvía la mirada con esa "malicia" que cargamos todos de adolescentes. 

Esa "niña" es la respuesta a nuestra eterna pregunta "Quién soy?". Pensé enseguida.

-Quién es ella, mamá. Preguntó la chica a su madre. 

-Ella es una hermana que dejé perder hace mucho tiempo, no sé cómo logró encontrar el camino de vuelta a mi, pero aquí está. Le respondió mi amiga.

Y comprendí con gran certeza, que ahí estaba esa niña a la que yo creía perseguir, a la que yo creí, me perseguía, esa niña rubia que me visitaba en los sueños, esa "niña virgen" es como un "gen" que realmente está en todos nosotros, en todos los seres que de alguna u otra forma aparecen en nuestras vidas y nos muestran esas partes de que debemos soltar, o aferrarnos a ellas con fuerza para no perder.

Y yo, muy consciente de que en esas vidas que visitamos no existe "esa" noción del tiempo o del espacio que nos es tan conocida, supe que estaba de pie ante un milagro. 

Muchas veces esperamos que los milagros luzcan más como cosas visibles, materiales, incluso imposibles dentro de una dimensión tan limitada como la nuestra, pero los milagros tienen más esa forma de cosas pequeñitas, cosas que muchas veces parecen insignificantes, diarias, tan rutinarias que las pasamos por alto, las ignoramos ...o simplemente las acompañamos a estar solas.






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