Visión 22.3.25. Tormenta: La danza del Anima y el Animus.

Visión 22.3.25. Tormenta: La danza del Anima y el Animus. 


El subconciente es una manifestación de una forma de vida que habita en uno de los 4 humores del cuerpo, y ésta forma de vida es capaz de hacernos ver en la mente la película que desea.


Usando la Glándula Pineal como un poderoso Telescopio que amplifica y proyecta hacia el exterior lo que esta forma de vida microscópica/cuántica, quiere que veamos, o quizá, solo externa lo que en realidad no podemos ver. 

La Pituitaria en cambio; escucha, intuye, penetra el interior como sucede en un acto puro de amor entre una pareja. 


Entonces la Pineal observa a su alrededor y atrae a la Pituitaria, pues desea el poder de la substancia negra en la dulce penetración del amado, para poder soñar de nuevo. Mientras el amado absorbe de la blancura de la doncella la inocencia para no perderse en la sangrienta batalla del alma ante la vida. 


Eso es la "pareja cósmica", ambas sustancias se buscan mutuamente en niveles justos y apropiados en los que no puedan perder el poder de la atracción para satisfacerse, así que aunque no se encuentren en la "carne", lo harán en el "espíritu" que no es más que la manifestación onírica del deseo volcánico del hombre por la "vestial" musa.


Ese deseo me invadió en el sueño, y me ví a mi misma como el ojo de un huracán que se paseaba por los infinitos océanos, buscándola a ella, mi amada musa, y sentía una gran rabia por no hallarla, entonces agitaba las aguas con gran fuerza, creando olas gigantescas que golpeaban la tierra con fiereza en vez de caricias, y entonces la vi, sentada sobre una tabla azul violeta como el color del loto de Isis, mirando el vacío horizonte, y le pregunté que qué hacía allí, y me contestó -esperándote- entonces yo la tomé entre mis brazos y la llevé a los aposentos para tocarla como ya lo había hecho tantas veces en antes. 


Ella miró con sus ojos de hidromiel mis ojos ultravioleta encendidos con la electricidad de las arterias, y me dejó poseerla, como el amor nos posee a todos en la Tierra, sin pedir permiso, porque viene a transformarnos, y no a juzgarnos, y cuando la transformación llega, así como la naturaleza, destruye primero y luego reinventa.


Y después la tormenta se convirtió en una suave brisa entre su blanco vientre de almendra, y me sumergí en su blanca espuma de mar. 


-Justo eso- dijo ella, justo eso soy, el Mar, la orilla, la agitación con toda su espuma de por medio, agregó. En cambio tú eres el Océano, vas a lo profundo recogiendo de ahí tu fuerza, para llegar hasta aquí y que mi agitación no te robe fuerza para penetrar la tierra y destruir lo que tengas que destruir, o nutrir lo que tengas que nutrir. Y después de esas palabras respiro profundamente. 


-Ahora vete, como me iré yo, porque no hemos terminado nuestros trabajos- y se levantó de inmediato para marcharse ...sin dejarme decir nada más que ..."Gracias ...por lo que me has dado".




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