Visión Consciente 2.4.25: Los que siguen al Buda
Visión Consciente 2.4.25: Los que siguen al Buda
Pude ver en una visión despierta a un grupo de personas en un lugar muy hermoso, es el pico de una montaña de verde césped que cubre la tierra, y veo que están bajo un gran árbol, tienen mucho miedo, puedo sentirlo, Y veo que están atrapados entre dos cosas:
-Por un lado tienen a unos leopardos enormes que vienen en su persecución.
-Por otro lado, un gigantesco abismo negro.
No saben que hacer, se sienten impotentes, creen que van a morir de cualquier manera. El abismo está a unos 50 metros de distancia del árbol en el que se encuentran, y los leopardos se aproximan cada vez más, estos animales son enviados por alguien ...o algo. Están como hipnotizados por el odio.
Entonces uno de entre las personas toma valor y se levanta gritando con fuerza:
-Somos los que siguen al Buda, y el Buda tendrá que ayudarnos, solo debemos confiar en él.
Somos los que siguen al Buda!! No tenemos miedo!! Y levantaba su mano derecha con el puño cerrado.
Podía sentir todo su miedo, pero también su adrenalina, el valor que corría por sus arterias en ese momento, toda la vida y toda la muerte él la sentía al mismo tiempo. De pronto, calló, miró hacia el Este a los leopardos que ya estaban muy cerca, y luego volteó la mirada al Oeste, hacia un sol de espectacular luz que se ocultaba en la montaña de la que el abismo les separaba. Luego acabó diciendo con la última gota de esperanza que le quedaba en las venas y toda la Fé exudando por cada uno de sus rojos poros:
-Los que siguen al Buda ...que me sigan a mi, y comenzó a correr en dirección al abismo.
Los demás ni siquiera lo pensaron, se habían contagiado de la Fé de aquel que se había apasionado por la valentía que concede la muerte cuando es aceptada por el momento de la vida, y se echaron a correr tras el guerrero.
Y mientras corrían, yo sentía el poder que irradiaba de ellos, emanaban hondas como olas gigantes tras de ellos, y justo cuando iban a saltar al avernal vacío, los embravecidos leopardos fueron detenidos abruptamente por una fuerza invisible que se postró delante de ellos como si de un espectro se tratara, se detuvieron y se ponían más ansiosos cada vez de lo que sea que estuvieran viendo delante ellos, como si el resto del suelo que pisaban hubiese desaparecido por completo ante sus propios ojos . Sus rostros se transformaron de enojo, incertidumbre y desasosiego, y se miraban entre ellos, y como un humano se preguntaría; ellos lo hicieron: "qué diablos pasó aquí, por qué no podemos avanzar?".
Aquellos guerreros ni siquiera se percataron de lo que sucedió a los leopardos, la fuerza que los impulsaba era tan grande que no podía detenerse, y entonces se lanzaron al abismo, con sus rostros sonriendo ante una libertad que no puede ser explicada, sino solo sentida, vívida, experimentada.
Cuando vences ese temor a la muerte, la vida se despliega ante tu visión, y no puedo expresar eso con unas simples palabras, no hallaría en ningún diccionario de las lenguas terrestres una sola o en todas las combinaciones posibles de las palabras, algo con lo que logre describir cómo se siente esa energía irradiando desde lo más hondo y profundo de los huesos, cambiando la percepción de lo que es natural, y lógico, las formas y los colores que pueden observarse mientras corres por un túnel de gusano que te succiona hacia algo que no puedo expresar ahora mismo.
Juro por lo más sagrado que existe en éste y todos los mundos, que jamás en mi vida (aunque expresara la palabra millones de veces antes) había comprendido, o si siquiera percibido sutilmente, lo que significa la energía de la libertad de la vida, la inmensa paz brotando a borbollones de la trémula carne, la sensación de saber con certeza lo que hay "adelante" porque lo estás viendo finalmente, el sentir gloriosamente que ya no queda más que esa Infinitésimal cantidad de vida hacia la que estás saltando ...como un gato salta desde la torre más alta del circo, hacia un pequeño bote de agua que parece un insignificante punto en el espacio, pero con la plena seguridad de que caerá dentro de la vida de nuevo.
Solo diré que me siento enormemente bendecida de haber podido experimentar lo que no tiene ni puede tener fin como si fuese mío, esa corriente que poseyó el cuerpo de esos jovenes guerreros irradiando todo a su alrededor, corriendo hacia la grandeza inexplicablemente poderosa e insustituible que otorga la verdadera libertad de no temer más a la muerte.
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