Visión 16.6.25. El centro familiar de acogimiento
Visión 16.6.25. El centro familiar de acogimiento
Recuerdo que el subconciente me coloco en un tipo de bosque, dentro de un lago medio seco, recuerdo estar ahí con un hombre, fumábamos algo de marihuana y luego el dijo que fuéramos "abajo" a mirar más de cerca el mar, ya que nos encontramos a cierta altura dentro del bosque.
-A qué altura crees que estamos aquí?- le pregunté al llegar a un pequeño mirador.
-No lo sé- dijo él, creo que a unos 3000.
-Yo creo que si estuve en Corcovado a 720 msnm, aquí podríamos estar a unos 1500- respondí.
Luego el empezó a caminar de nuevo hacia el lago en el que nos bañábamos. Y como había una sola calle de salida, subió al auto para salir y dar espacio a otros autos que venían desde el mar.
Asumí que yo debería caminar hasta la salida, así que empecé a hacerlo, tomé la sabana sobre la cual estábamos sentados, aquel hombre y yo, me cobije con ella, ya que aún estaba en vestido de baño, y pasé entré varios autos, pero de un momento a otro, perdí la dirección.
Llegué a una clase de hospital un poco abandonado del cual salían muchos estudiantes, habían muchas personas allí, pero nadie me daba razón de cómo llegar a la salida, así que entré intentando hallar una recepción o alguien que pudiera re-direccionarme.
Caminaba entre largos pasillos, o bajaba y subía escalones, pero nadie se detenía a ayudarme. De pronto escuché una voz dentro de una celda pequeña a mí derecha, me acerqué lo suficiente para notar que se trataba de una anciana muy desgastada, y con tono gris en la piel.
-Yo estaba bien, hasta que un pequeño escarabajo se metió en mi, y comenzó a enfermarme tanto que nadie podía hallar el origen de mi mal, los médicos que más me estudiaban, menos podían hallar a aquel escarabajito que me causaba el mal- cantaba está anciana, ahí sentada con bolsas de medicina que le inyectaban en las venas.
-Estoy perdida -le dije- puede ayudarme a encontrar la salida.
-Yo te veo, yo te veo- decía la anciana, tienes que subir y arriba verás la luz, pero no puedes distraerte con nada me decía.
Así que decidí seguir subiendo, y cuando estaba arriba, de nuevo un grupo de personas me distrajo, eran mujeres que al parecer vivían allí, tenían apartamentos que limpiaban incansablemente, pero ninguna respondía a mi pregunta.
Seguí caminando entre las escaleras y los pasillos, hasta que de nuevo escuché algo, era un par de niños, una niña como de 5 años y un pequeño como de 3, que lloraban en una pequeña cama en medio del pasillo, estaban abrazados intentando quitarse el frío, y su madre preocupada paseaba por el salón, más perdida que lo que yo estaba.
Me acerqué a los niños, y les cubrí un poco el frío con la sabana con la que me cubría hasta entonces, y les comencé a hacer algunas bromas para que rieran, la madre les preguntaba qué de qué se reían, pero a la vez no le importaba tampoco, su preocupación eran quizá más grande de lo que podía comprender.
Seguí avanzando, hasta que llegue finalmente a la recepción, donde dos mujeres me recibieron un poco extrañada de verme, una de ellas me dijo que hiciera silencio, y me preguntó que qué hacia allí.
-Estoy perdida- dije de nuevo, no encuentro la salida de aquí.
Ella pareció imprimir un mapa del lugar, y mientras me lo enseñaba entró en cuenta de que aquel mapa era muy viejo y que el lugar ya había cambiado mucho desde que ese mapa se había hecho. Así que volvió a decirme:
-Baja por esas escaleras y ahí verás la puerta -solo baja- repitió.
Y comencé entonces a bajar, a media escalera, vi a una jovencita, de cabello rizado y rubio que charlaba con alguien, pensé que lo había a través de un celular, pero al acercarme noté que no había ningún teléfono, solo sus muñecos y algo que ella construía con ellos.
-Sabes adónde está la salida- le pregunté, ya algo cansada, la verdad.
-Mmmm ...no lo sé, creo que deberías preguntar eso en la recepción familiar del centro, para ser exacta- contesto la joven.
Cuando volteó hacia mi, pude ver sus ojos casi dorados, mirarme como si viera algo que realmente no estaba ahí.
-Ahora que lo pienso, mejor sería que sigas bajando por esa escalera, siempre escucho voces que van y vienen de ese pasillo de abajo, ha de ser que por él, salen y entran las personas como tú que solo vienen a visitarnos- afirmó con suma modalidad en su forma de hablar.
De hecho al notar tan elegancia en su lenguaje, supe que era como de la realeza, y me pregunté que qué haría en tal lugar alguien como ella. Tan hermosa, y tan educada. Y luego sentí tristeza, porque se miraba muy sola en esa esquina de las escaleras hablando con sus muñecos y construcciones.
Pero ya estaba desesperada por salir, así que agradeci su atención y seguí bajando las escaleras de mosaico hasta que vi destellos de luz que entraban por las endijas y pensé ...finalmente llegué.
Desperté!!
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